Duraba esto hacía unos años, cuando, en una tarde del último octubre, Luciana vino a sentarse a mi lado. Me
levanté al acercárseme, dispuesto a cederle el sitio y sin pensar que se hubiese molestado por mí. Pero ella,
con un gracioso ademán, me hizo seña de que me volviera a sentar.
--Confiese...